Se siente frustración al percibir en sectores de la sociedad la corrupción que corroe como un mal peor que la propia violencia… Colombia ostenta el vergonzoso segundo lugar en corrupción en América latina y el tercer lugar en 52 países.
En Colombia hay problemas que ni aun terminándose los conflictos con los grupos al margen de la ley por la vía del sostenimiento, no podrían llegar a ser considerados como, una evidencia contundente, que logre ratificar y dar seguridad a que estos problemas cesaran en su totalidad, o por lo menos su disminución será constante, hasta llegar a tal instancia en la que problemas como la corrupción legalizada, el gran hueco que existe entre ricos y pobres, discriminación étnica y social, exclusión y muchos más, logren romper todo tipo de barreras y de estereotipos que desde hace algunas décadas han generado una visión objetiva de esta problemática en la que su solución nos compete a todos pero que por razones fundamentadas en los miedos, temores e inseguridad no se han podido erradicar todo tipo de situaciones relacionadas.
Los verdaderos problemas del país no pueden ser considerados en su totalidad como materiales: en el caso del desempleo, violencia, desplazamiento, delincuencia, terrorismo. Estos en si son la imagen de lo que hay en el fondo, estos problemas, son la base de un problema arraigado en la mentalidad de los individuos. Es inevitable mencionar que los efectos destructivos de la guerra, de la corrupción, de la discriminación entre otros, logran atentar de forma más profunda y significativamente negativa para el desarrollo del país que los problemas que hay en el fondo.
De manera increíble esta sociedad posee una alta tendencia a la perversidad. No es si no que se haga la ley, para prohibir o controlar algo, cuando ya se crea la trampa. Hemos desarrollado una industria de la farsa, somos expertos en burlar la ley sin violarla, pero cuando otro lo hace nos escandalizamos de una manera tan absurda.
En eso consiste el doble discurso de una Colombia en donde haya la paz y se respeten los derechos humanos. Ese sálvese quien pueda, si se adapta sobreviva si no extíngase. No es de extrañar que en un país como este existan tantas formas perversas de sobrevivir, en Colombia hay personas que se adaptan delinquiendo con la violencia, robando, oprimiendo a otros y se hacen ricos, siendo cómplices de delitos, extorsionando, secuestrando, así de una u otra manera, todos buscan adaptarse para poder sobrevivir. Todas estas conductas son enteramente reprochables, después de todo, ¿quién dijo que robarse 1.000 millones de pesos del erario público sea más aceptable que lo que hace un ladrón al robarse 500 millones de un banco en un atraco?
No hay comentarios:
Publicar un comentario